Martin Seligman definió una vida con sentido como el uso de tus fortalezas y virtudes en el servicio de algo mucho más grande que uno mismo. Y porque las fortalezas son la base del florecimiento es importante aprender sobre lo que son.
Las fortalezas son lo bueno que hay en ti. Ellas impactan en la forma que piensas, sientes y te comportas y son la llave para la mejor versión de ti mismo. No solo floreceremos al usar nuestras fortalezas, además su uso nos permite navegar mejor por los momentos difíciles de la vida.
Nuestras fortalezas son la base de nuestra identidad personal, son lo que nos hace únicos y especiales.
Sin embargo, más de alguno se preguntará: cuáles son mis fortalezas? y la respuesta puede que no sea tan simple porque estamos inmersos en un sistema educacional y social que - salvo contadas excepciones - mide a todas las personas por la misma vara y que valora poco la diversidad.
Y eso me trae a la mente esta frase que se atribuye a Einstein “si juzgas a un pez por su habilidad para escalar un árbol, pensará toda su vida que es un inútil”
¿Cuántas fortalezas hay? millones, tantas como personas hay en el mundo. En cada uno de nosotros se manifiestan en forma diferente, incluso en algunos casos otros nos han hecho creer que algunas de nuestras fortalezas son debilidades y hemos luchado toda la vida por esconderlas.
¿Hablas mucho y solían echarte de clases por eso?¿ te decían tus padres que te callaras un rato porque querían tranquilidad? a lo mejor tu fortaleza es la comunicación, pero en vez de desarrollarla, tuvo que aprender a “controlarla”.
¿Eres sumamente ordenado, te gusta que planificar y tener rutinas que te permitan mantener el control? seguro que te han dicho que es poco flexible y cuadrado. Bueno, probablemente la disciplina sea una fortaleza en ti.
Por eso es que hoy se nos hace difícil reconocer nuestras fortalezas. No solo porque muchos las hemos escondido, sino que porque nadie nos enseñó lo que eran y cómo desarrollarlas.
Y así, muchos de nosotros hemos aprendido tardíamente (si es que hemos llegado a hacerlo) que tenemos ciertas fortalezas que puede que el resto no entienda, pero que nos definen como persona y que si desarrollamos, llegaremos a brillar, no solo por nuestros resultados, sino que por el goce de vivir la vida haciendo lo que mejor sabemos hacer.
Linley, Willars y Bisvas-Diener nos enseñan que las fortalezas se reconocen porque se componen de tres características: primero, por los resultados de calidad cada vez que las utilizamos; segundo, porque hay una tendencia natural al uso repetido y tercero, porque cuando las usamos nos sentimos con energía y entusiasmo… tanto así que no nos damos cuenta del tiempo.
Hay dos líneas de estudio sobre fortalezas lideradas por importantes entidades. La primera, el proyecto VIA, liderado por la Universidad de Pennsylvania, da cuenta de 24 virtudes de carácter ubicuas y puedes hacer el test online gratis en el siguiente link:
El segundo, es el de la Gallup, quienes definieron 34 fortalezas. El test también se puede hacer online, pero tiene costo. Mi recomendación, para aquellos que quieran aprender más, es comprar el libro “Ahora, descubra sus fortalezas” de Buckingham y Clifton, que además trae un código para hacer el test gratis. Y se quedan con el libro para aprender más. De todas formas, el link es:
A mí me gustan ambos modelos. Cuando enumero mis fortalezas, tengo dos del VIA y 3 de la Gallup. Son complementarios y nos permite tener un vocabulario más amplio en lo que a fortalezas se refiere. Porque saber nombrarlas, etiquetarlas, nos permite traerlas a la vida y poder trabajarlas conscientemente.
Ahora, estas no son todas las fortalezas que hay ni mucho menos. Puede que tú tengas otras fortalezas que en ninguno de los modelos estén nombradas y está bien, es labor tuya nombrarla. Sólo tú lo sabes, porque te conoces mejor que nadie.
Para aprender a reconocer fortalezas, también podemos usar lo que se llama la “huella de los talentos” (Buckingham & Clinton) que se muestran en reacciones inmediatas y espontáneas frente a situaciones, en nuestros anhelos de la niñez, en aquello que disfrutamos hacer y en lo que aprendemos rápido y sin esfuerzo. Aquí algunos ejemplos de preguntas para reconocer estas huellas:
- ¿Cuáles eran tus sueños de niño?
- ¿Qué disfrutabas hacer cuando eras niño?
- ¿Qué sucedía cuándo lo hacías?
- ¿Qué cosas aprendes fácilmente?
- ¿Qué cosas haces naturalmente bien?
- Me ha servido en la vida ser bueno para…….
- Admiro a …… porque….
- Los demás me admiran porque ……….
- Tengo buenos resultados cuando ……..
- Se me pasa el tiempo volando cuando ……….
Darle nombre y desarrollar nuestras fortalezas en nosotros y en los demás, es reconocer lo bueno que hay en cada uno de nosotros. Ese potencial para el florecimiento que está ahí, a la espera de ser utilizado para nuestro bienestar y el del mundo que nos rodea. ¿Qué esperas?